sábado, noviembre 18, 2006

Ruta de senderismo por los azagadores de Anna


En principio, y según la información de la que disponía, la ruta no presentaba ninguna dificultad. Casi sin desnivel, corta: unos 8 kms ida y vuelta, amena, divertida, acuática, frondosa.. gorgo..jeante ( por los “gorgos”que encontramos). Vamos, una delicia. ¡ Si, sí!. Antes de empezar, ya tuvimos que dar más vueltas que una noria a la caseta de información. Ni pizca de señales. Izquierda, izquierda, derecha, derecha… como la yenka ( para el personal joven: un tipo de baile de los 60 ). Al final decidimos ir por la carretera un tramo, hasta llegar al Gorgo de las Escaleras. Hacía honor a su nombre. 130 hermosos escalones que tuvimos que bajar …..¡ y subir! ¿Por?. No había trazas de senda por el fondo del río. Al contrario: unos pavorosos escalones rocosos impedían el acercarse siquiera a ellos para otear.¡Para arriba!. Algunos, a estas alturas de la ruta, ya lamentaban haberse apuntado. ¡ Inocentes!. No sabían que lo mejor estaba por llegar. Una vez en el llano ¡ eureka!: las muy queridas señales de PR! ¡ salvados!. Sigue que te sigue, nos acercan de nuevo al río ( por cierto era el Sallent).
Empieza a hacerse intrincado el camino: ramas, ribazos resbaladizos, y … ¡ la gran decisión!. Un desnivel, así como transversal, incitaba/ repelía el seguir. Miradas entre los senderistas. Uno que se acerca al borde y el viajero que , rotundo decide, que el desnivel no es para él. Rápidamente es secundado por el personal ¡ qué raro! Y vuelta para arriba. Llegados al pueblo, unas oportunas demandas de información, nos conducen al buen camino

El Gorgo Catalán, la Fuente Negra, las Simas, la Cresta de la Sierra ( donde comimos , oteando el lejano horizonte) y por fín El Salto de Chella. Una vista casi aérea y ¡ para abajo!. Por supuesto que en el pueblo perdimos las señales, hasta que una amable señorita, nos indicó el camino correcto en dirección a la Playa Salvaje. Nada que ver con el Caribe. Una represa en la que en mejores épocas los lugareños se solazan bañándose. Apenas unos palmos en la actualidad.

La continuidad al manantial del Abrullador fue una maravilla. Una hermosa y frondosa senda nos fue acercando a la cabecera del barranco. La ruta seguía el trazado de un pequeño canal, al que profesamos desde el día de hoy un cariño sin límites.
¿La causa?. Nos sirvió de autopista de bajada del Abrullador, hasta las cercanías de Chella. Completamente llano. Completamente limpio. Siguiendo airoso las curvas de nivel, nos permitió hacer en veinte minutos, lo que nos había costado casi tres cuartos de hora.Tan placentero regreso, presagiaba un final rápido de la jornada
¡ Quiá! . Al volver hacia Anna, empezamos a andar/desandar/, subir/bajar, ir/volver todos y cada uno de los caminos que había por la zona.
Al final, tuvimos que recorrer los 1500 ms que separan Chella y Anna por la carretera. En 10 minutos estábamos en Anna y su interminable calle.¡ Más de una hora y cuarto estuvimos rodando para esto ! Además los 8 kms prvistos, se convirtieron en unos 15 o 16. Hazaña que hay que agradecer al guía, el cual, asume la culpa, así como la disciplina que próximamente se le quiera imponer. ¿Una cervecita bastará?
Sin más, cada mochuelo a su olivo y lo andado de más….. ¡al olvido!.

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