domingo, noviembre 05, 2006

Ruta de senderismo por Cofrentes: A rua do Barro



No, no nos fuimos de ruta a Portugal ni tan siquiera a Galicia.. Lo que pasa es que el título de la crónica estaba “cantado”. 48 horas de lluvia ininterrumpida, habían dejado los caminos totalmente empapados. El andar se convirtió en un continuo salta de lado a lado, buscando “tierra firme”. El asunto, tuvo un efecto acumulativo ( sobre todo para las botas) y nunca se vio excursión en la que se rasparan los pies contra todo lo que pudiera limpiar de barro las botas.
Volvemos al otoño. ¡ Y ya van cuatro!. La zona de Cofrentes la conocía del verano. Sin embargo, en esta época, la visión era totalmente diferente. Los matices suaves de la neblina, el amarillo ocre de los álamos, la suavidad de la temperatura y sobre todo ¡ el barro!, le dieron un aire distinto.

Dimos comienzo a la ruta desde la fuente de San Antonio. Nada más empezar, ya vimos lo que nos esperaba. ¿Dudas? Ni por asomo. ¡ Adelante!. La dificultad del caminar se vio amenizada por una inteligente conversación, en la que quien más quien menos, rivalizaba en aportar elementos que alegraban “el cotarro”. La natural discreción que me caracteriza, me impide repetir algunos aspectos de la conversación y mucho menos identificar a quien los emitió, que quedarán, como es natural, en el más recóndito de los desvanes de la memoria. ¡Toma ya!.

Llegados al balneario, nos encontramos a multitud de inserseros( léase miembros del INSERSO), que deambulaban cual zombis, entre las instalaciones del mismo, admirándose de que alguien pudieran andar por el monte con el tiempo que hacía. La repetición de la frase de Napoleón: “Veinte siglos os contemplan”, despertó la hilaridad del personal, muy dado a las bromas en la brumosa mañana.

Debidamente almorzados, abandonamos la zona y metidos de nuevo en harina, perdón en barro, nos acercamos a las antiguas viviendas de los obreros que construyeron los embalses de la zona. Nunca se vio mayor alegría por “pisar asfalto”. Allí fue de ver el alborozo del personal..¿tenemos para mucho rato? ¿cuándo se acaba la carretera?. La pena fue grande, cuando fueron informados de que apenas unos cientos de metros más adelante, volvía la barrosa pista.

Llegados a las Casas de Alcance, continuamos en busca de la subida al volcán de Agras, que no pude visitar la vez anterior. Por si faltaba algo, un poderoso 4 x 4, nos fue dificultando el caminar, al hacer roderas que hacían más difícil el pisar en firme.
Llegados al desvío hacia el volcán, comprobé que tampoco esta vez, podría coronarlo. El barro hacía casi imposible el avance. Parte del grupo se quedó a descansar mientras otros resolvimos acercarnos a visitar un grandioso monolito de basalto, que, a imitación de los roques canarios ( aunque a pequeña escala), se veía a media ladera.

El regreso hasta el pueblo, ¡ por fin, asfalto puro! no revistió mayores complicaciones.
La ruta, no demasiado larga, aunque sí bastante intensa por el esfuerzo de la lucha contra el barro, deja un buen recuerdo, sobre todo porque significó el reencuentro con viejos amigos, con los que hacía tiempo que no compartía salidas montañeras.

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