sábado, noviembre 24, 2007

Senderismo por Almedíjar: Barranco Almanzor y La Mosquera: crónica


La ruta que hicimos, es de esas que, aunque se repitan,no cansan...¡ es un decir!... nunca. Es de esas rutas "seguras" para el que las prepara. Los paisajes, las frondas, lo agreste del terreno...son valores firmes que hacen que el personal, quede enteramente satisfecho. Cuanto más, si algun@- como fue el caso- no la había hecho.
Pero vayamos por partes. En primer lugar, el alegrón de ver
con nosotros- después de mucho tiempo- a nuestro estimado amigo Vicente.¡Bienvenido!.
El día tenía prevista lluvia dispersa, pero, se ve que fue a dispersarse a otro lado, porque lo que tuvimos fue un día radiante, como pocos. La luminosidad del cielo, rivalizaba con el verdor de los alcornoques, haciendo facilísimo distraer la vista del camino.
Como no podía dejar de suceder, nos desviamos para visitar el impresionante castaño que pudimos contemplar, con su majestuoso abrigo otoñal, de un amarillo rabioso.


Fuente Almanzor nos introdujo en las profundidades del bosque. A destacar el susto que se llevó la vanguardia, al escuchar un inquietante ruido, procedente del barranco...¿ zorro?, ¿jabalí?...afortunadamente se trataba del juguetón perro de unos cazadores, a los que alcanzamos al poco rato. No fueron los únicos: parecía que había un congreso: 4x 4 apabullantes, ropas de camuflaje, miradas torvas...vamos, lo de siempre. Incluso tuve que lanzar algún pitido de señalización.

La llegada al collado de Ibola, hizo que visto lo visto, encarriláramos la empinada cuesta hacia Cerro Gordo.Fue el inicio de la parte más dura de la ruta: subida, impresionante bajada...pero, todo compensado por las maravillosas vistas de la sierra. Delante el Barranco de La Mosquera, el Batalla, Peñas Blancas, el castillo de Aín...Detás: el Espadán. el Barranco Almanzor, El Rápita...vamos, todo el repertorio más típico-tópico del senderismo por Espadán.

Extremamos las precauciones al bajar hacia La Mosquera, dado que nos encontrábamos en un Parque Natural.

La casa de La Mosquera, en progresivo deterioro, fue la penúltima etapa, antes de que siguiendo, primero la pista y después la carretera, regresáramos a los coches.

Cansados, pero satisfechos, nos confabulamos para una próxima ruta el sábado próximo.Besos y adioses y cada uno a su olivo.

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