sábado, abril 19, 2008

Castillo de Castro...todo doble



Y es que casi todo fue doble. Empezamos viendo un burro con dos cabezas, tal como se puede observar en la foto (que por cierto, ya he conseguido que salgan grandes). A la excursión asistimos dobles parejas (¡ ojo!, dos varones y dos señoras). La ruta fue el doble de bonita que la última vez ( la primavera en todo su esplendor… ya se sabe). Fue el doble de relajada ( tardamos pues, el doble de tiempo en hacerla). ¿ Os extraña el título?.


Esta ruta es una de las que, periódicamente repito. ¿ Motivo?: la subida por el barranco, a la vista de los cinglos de rodeno es ¡ tremenda!. Y además, se hace por una preciosa y antigua senda, a tramos empedrada que convierta la fuerte subida en una delicia para la vista .Si a ello añadimos el continuo acompañamiento de un pajarillo cantarín ¿ carpintero? ¿alondra? ¡ qui lo sa!, la ruta es un un privilegio.
A las 8 ya estábamos enfilando la subida, excelentemente marcada. Las paradas fueron frecuentes. Que si una foto aquí, que si otra allá. Que si una planta, que si una roca…


Cuando nos vinimos a dar cuenta, nos encontrábamos subiendo a toda mecha el tramo final, pues las voces de otros senderistas nos indicaron su intención de “conquistar” el castillo antes que nosotros. No lo consiguieron, pues Paco B, en nombre de todo el grupo, consiguió el mejor comedor para el almuerzo. Y es que , habían dejado abiertas las ventanas del castillo y el aire campaba a sus anchas.

Almuerzo, descanso y ¡ para abajo!. De nuevo… Que si una foto aquí, que si otra allá. Que si una planta, que si una roca… Llamativo el número de helechos grandes, verdes , vistosos que adornan el camino.

A destacar lo concurrida que estaba la ruta. Hasta cuatro grupos diferentes saludamos.
Llegados al pueblo, contemplamos con sorpresa, que había “crecido” un circo en medio de la calle. Su pomposo nombre “Cirque du France”, constrastaba con la cutrez tanto de instalaciones como de animales.

En una escena digna de Fellini y el neorrealismo italiano, contemplamos a un cebú enano y una casposa llama que eran observadas con curiosidad por un grupo de niños. La música chillona, atraía a otros infantes que se pasaban la voz de la llegada al pueblo del “Mayor espectáculo del mundo”.
A una hora, extrañamente temprana, estábamos abandonando Alfondeguilla.. Fondeguilla …¡ otra vez el doble! .
¡Buena ruta, buena compañía! ¡ Hasta la próxima!

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