domingo, marzo 14, 2010

Vaya... vaya con Vallada


Veamos:
Se os propone ir a hacer senderismo a una zona en las que las condiciones previas son:
a.-A la vista, una gran zona industrial, con sus naves, solares y andurriales.
b.-Cercanía a una autovia tipo A-7, con sus desvios, incorporaciones, etc.
c.-Poca publicidad senderista en los ambientes montañeros ( excepto en los espeleos).
Pregunto...¿ Iríamos?
Respuesta...¡ Pues fuimos!..Y la verdad es que tuvimos que cambiar el chip y reconocer que como indica el título de la crónica, la jornada fue toda una sorpresa.
Pero vayamos por partes:
.A la hora acostumbrada, ya estábamos en el paraje de ls Ermitas, dándonos cuenta de que en la zona se había inyectado abundante capital en infraestructuras...El que el alcalde fuera a la vez presidente de la Dipu de Valencia, supongo que no habrá tenido nada que ver. La abundancia de postes señalizadores, paneles, señales en varias direcciones, nos despistó un tanto. Al fin conseguimos encarrilar el itinerario acertado y enfilamos camino del Tosal. Primera sorpresa, un puente tibetano, tipo Indiana Jones, nos salió al paso y tuvimos que atravesarlo de un@ en un@ haciendo caso de la indicación cartelera.

Sube que te sube bajo la implacable mirada del Peñó, alcanzamos la cima del Tosal. Bellas vistas y vertiginoso descenso en el que tanto meniscos como posaderas pagaron su IVA.

Llegados a terreno llano, almorzamos sin prisas,jejejejeeje y continuamos hasta una agradable y cubierta fuente, la de España en la que- si lo hubiéramos sabido- habríamos podido almorzar con más elegancia.

Baja que te baja y un extraordinario trayecto por senda un tanto aérea, nos condujo de nuevo a las Ermitas. Una vez allí, decidimos completar el día con el recorrido e del Sumidor y el barranco de la Saraella. Curioso riete que entra con agua duclce en el Sumidor y sale más salado que el bacalao, cosa que comprobamos todos, metiendo el dedo en el agua y haciendo ..¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAgggg! ¡ Está salada!. Tengo que reconocer que la subida al Sumidor se me fue haciendo pesada y consciente del esfuerzo, retrocedí para esperar a los esforzados que llegaron al túnel y que a su vuelta me indicaron lo prudente de mi decisión.
Entretanto volvían, pude comprobar que el barranco de la Saraella es uno de los lugares más impactantes que he visto: tres tonalidades, el verde de los pinos, el blanco refulgente de los yesos y el rojo de la tierra configuran junto con el sol del mediodía, un espectáculo único. ¡ Habrá que volver a recorrer el barranco con más calma!.
De regreso a los coches, los clásicos parabienes y saludos falleros.

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