sábado, marzo 05, 2011

El Día N...de niebla

No sé si será casualidad...¡ seguro que es casualidad y nada más que casualidad!, pero a dos jornadas multitudinarias, han bastado unas previsiones meteorológicas  medianamente amenazadoras, para que el personal se retrajera y tan sólo 4..¡ 4 senderistas!, decidieran afrontar lluvia , frío y niebla, poniendo al mal tiempo buena cara. Lamentamos la ocasión perdida, por los no participantes de haberse privado de una mañana de las que curten el espíritu, robustecen el alma, te dan la medida de tus posibilidades, endurecen el cuerpo, fomentan la camaradería montañera, te hacen bendecir tu chubasquero....¡ señor, sí señor!...( leánse las frases anteriores con ademán, gesto y tono cuartelero, please).



El caso es que es la tercera vez que hago esta ruta y me he dado cuenta de que nunca hay dos rutas iguales, aunque se hagan por el mismo sitio. Desde el principio, la lluvia fina y mojadora nos fue acompañando mientras llegábamos al pantano de Ajuez, curiosamente casi seco. El remonte del barranco,tras  superar la vigilante actitud de los pináculos rocosos nos llevó a la Fuente Fresca, que no había manera de encontrar. Los helechos también completamente secos.La zona de arqueología industrial del Embrar ( así sin "h" que viene de enebral), nos remitió a épocas pasadas, en las que los mineros deambulaban por la zona. Llegados al collado, cesó la lluvia y empezó la niebla.



 Cada vez se veía menos, pero el misericorde pajarito del Parque Natural, nos fue guiando hasta la base de la nevera abductora...vamos, la nevera de Castro. Comprobamos en nuestras carnes, que la subida sigue siendo fuerte y poderosa. Llegados a destino, no pudimos ni sentarnos para almorzar...todo mojado y bien mojado...Lamentamos la ausencia..¡ también ella! de la bota comunal. ¿ Quién la tendrá..eh,eh?...



Menos mal que pudimos seguir ruta sin descender por la cuesta, así que casi a las palpas nos fuimos acercando a los hornos del mercurio. Antes, contemplamos las obras que han tenido lugar por la zona...una amplia, chillona y cimentada pista....la quisieron maquillar pintándola de marrón, pero sigue "cantando" demasiado.



La bajada hacia Chóvar, un paseo. Poco a poco fue abriéndose el panorama y pudimos llegar a meta contemplando...¡ ahora sí! el hermoso paisaje de la sierra de Espadán.
 A destacar el hecho de que el shopping no fue al final de la ruta, sino al principio...buenos panes, empanadillas y panquemados, de los que daremos buena cuenta en nuestras casas.

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