sábado, mayo 05, 2018

Paisajes del recuerdo...taifas y dinosaurios...todo ello en Alpuente


Más valen las sayas rojas
 que llevan las alpontinas
que los mozos de Titaguas
con corbata y gabardina



Estas coplas populares típicas de la zona, me vinieron al pensamiento cuando llegamos a la abandonada aldea de la Hortichuela..




La habíamos visto desde lo alto, a la salida de Alpuente, allá abajo, tan lejana, todavía mantenía cierta dignidad, aunque la sabíamos sin nada, excepto los recuerdos que trascendían el tiempo..




Sin embargo, conforme nos fuimos acercando, otras edificaciones...también ruina...nos iban preparando el ánimo...

Efectivamente, cuando llegamos a la  aldea, pudimos comprobar, el total abandono en que se encontraba..



Casas, corrales, pajares....todos ellos nos hablaban de sueños, decepciones, alegrías, tristezas..

Emociones varias que seguramente se habían ido desarrollado allí, a lo largo de los tiempos...



Paseamos comprobando como...a pesar del tiempo transcurrido, se notaba la excelente factura de los diferentes edificios...

Unos con piedra seca, perfectamente entrelazada...



Otros, con sus muros de adobe que, aún aguantaban el embate de los fríos y lluvias..




Nos resistíamos a dejar la aldea...parecía que voces evocadoras nos fueron llamando...pero, una segunda mirada nos permitió abandonar...también nosotros... a lo que en su día fuera, pujante  población en la que a esas horas de un sábado cualquiera, lo que se escucharía sería alguna canción de siega...

Remontamos la dura...durísima cuesta que nos fue acercando al altivo castillo que nos observaba desde lo alto..

De paso, pudimos contemplar la majestuosa Hoz que  rodeaba por tres partes al pueblo...lo que le dió el carácter de inatacable en tiempos de las taifas...






Pues sí....desde el recuerdo, pasamos a la contemplación callejera de una ciudad medieval..perfectamente conservada...


La entrada al barrio antiguo, lo fue por la puerta del primer círculo defensivo..especie de palacio en el que no pudimos contemplar el magnífico salón de Cortes..


La iglesia parroquial, con factura de templo defensivo, a lo largo de las peripecias  que acontecieron en la población..


Y allá en lo alto, el castillo...totalmente accesible y seguro por las obras de restauración efectuadas..


las vistas desde lo alto, eran impresionantes, contemplándose toda la plana, las diferentes aldeas, los montes singulares y...sobre todo...la profunda Hoz...


Los planes...una vez visitado el pueblo..era descender por el camino entre las huertas, para llegar al acueducto de los Arcos, distante unos 3 kms.
Sin embargo, optamos por acercarnos con los coches pues el tiempo amenazaba lluvia..


Una vez en el acueducto...resolvimos andar a pie lo recorrido con los coches,

pero por un ameno camino junto al riachuelo y entre chopos que a la par de sombra, alegraban el camino con los árboles en plena floración...
Tras el ameno paseo, nos esperaba una sabrosa comida de la que disfrutamos muy, pero que muy a gusto..
¡ Ya se está convirtiendo en costumbre !
Después del condumio, nos trasladamos a la vecina aldea de Corcolilla, en la que pudimos visitar la instalación de las huellas de los dinosaurios..


Aunque costara de creer, la zona...hace millones de años...era una marisma en la que abundaban diferentes especies de dinosaurios, cuyos restos  y pisadas, se pueden encontrar por los campos..,




Y aquí, hubiera finalizado la crónica de un día estupendo que ...gracias a nuestros compis Juan y Carmen, se convirtió en un día extraordinario..


A  ambos  en comandita, tenemos que otorgar y otorgamos  el distintivo sabinero con categoría de bonus, bonus  por la hospitalidad que nos dispensaron, al llevarnos hasta su refugio montañero en el que nos ofrecieron cafeses , infusiones y otras delicias, mientras disfrutamos de una excelente tertulia junto al fuego...que no sobraba  en absoluto..


Deciros que ya eran las 7 de la tarde cuando cada uno movió hacia su casa,..


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