domingo, octubre 07, 2018

Otoñal por la Manchuela

Como siempre, cuando llega el otoño, ponemos en marcha la otoñal correspondiente.
Este año, opté por internarnos en una zona muy desconocida para los valencianos..



A pesar de estar apenas a una hora y cuarto de Valencia, poca gente la conoce...

Es posible que empecemos a tener rutas por allí..
Nuestro campo de acción serían las Hoces del Júcar...


Impresionantes farallones, formaciones rocosas ...monumentos...castillos...pueblos de trazado árabe..




¿ Se puede pedir más ?
¡ Pues síiiii !...Excelente gastronomía a precios reducidos..Ya os cuento mas adelante..



La llegada del otoño, se hace esperar...las altas temperaturas...y ello hace que los árboles, no se den cuenta de que les tocaba estar amarillitos y con coloración otoñal..
Alguno, hizo caso del calendario...



Pero la gran mayoría, lucían un verde veraniego que nos desbarató la experiencia cromática..

¡ Que le vamos a hacer.!



La llegada al hotel de Alborea..que sería nuestra base operativa...fue muy temprana.. Tan temprana que tuvimos que abrir nosotros mismos el hotel..

Justo enfrente tenían la llave...y no solo la llave....



Empezaron a ofrecer al personal que si bocatas, que si pinchos, que si tartas..total, que el personal que es muy influenciable..sobre todo al manduco.. se aposentó en mesa y empezaron el tiberi..

Nos dimos cuenta que el restaurante Diana, era algo a tener en cuenta...
Una vez, satisfechas las hambres, nos dirigimos a Alcalá del Júcar, donde pasaríamos el día..



Y el día comenzó...como corresponde...con una marcha de 10 kms por la ladera de la Hoz del Júcar..




El paseo nos proporcionó visiones espectaculares de la misma, sobre todo las concreciones rocosas y los efectos erosivos del río.





El caminar pausado, la sombra casi constante, consiguieron que las únicas quejas, fueron 

las de mis meniscos que últimamente están muy guerreros...
Y de nuevo, el manduco..



En esta ocasión, teníamos reservada mesa en el restaurante Júcar...omnipresente nombre por la zona..

Buena comida, mejor bebida, atención del dueño...y ¡ buen precio !



La comida fue tan buena que el personal, al término de la misma, optó por buscar banco y sombra donde hacer la siesta, arrullados por el agua  del río, que discurría a sus pies...




Ya descansados, empezamos la lenta y laaaaaaaaargaaaa subida al castillo por las callejuelas morunas del pueblo.



Conforme íbamos subiendo, se iba ensanchando el paisaje de la hoz..



Llegamos a meta, cuando coronamos el castillo que ofrecía un aspecto magníficamente restaurado..




Cuando parecía que el día iba dándose por acabado, a nuestra amiga Eva, se le ocurrió un complemento..
¡ Disfrutar de una hermosa puesta de sol montañera !..



Eso sí, decidimos que la espera, no estaba reñida con la comodidad...



Así que nos llegamos al restaurante el Mirador, desde el que cómodamente sentados y tras un acopio de tónicas...sin gin, que conste...disfrutamos de la belleza de la despedida del sol que ocultándose tras los montes, nos deparó un espectáculo maravilloso..




A alguna le supo  a poco y consiguió que nos quedáramos a esperar la puesta lumínica del pueblo, que...parecido a un belén navideño..nos ofreció un paisaje de estrellas luminosas..




Ya de noche llegamos al pueblo, y las grandilocuentes promesas del mediodía...¡ yo no pienso cenar por lo mucho que he comido!...naufragaron ante la carta que la dueña del Diana nos presentó.



..A título de ejemplo, sólo os pongo una foto de uno de los muchos platos que nos fueron servidos..



La única pega, el trabajo extra que tuvo que asumir nuestro amigo Pepe que..ante la negativa de cobro individual..tuvo que bregar con las cuentas...calculadora en mano..




Le agradecemos en lo que vale el esfuerzo y le otorgamos lauda contabili con distintivo sepia..de billete de 500..

 También tuvimos celebraciones de cumpleaños..




Serían pasadas las 11 cuando unos se fueron a dormir, y otros optaron por un paseo para disfrutar del firmamento manchego..
El que suscribe, descubrió que tiene una calle en propiedaen el pueblo..A las fotos me remito..





Habíamos quedado a las 9 para un desayuno ligero..¡ Sí, si, ligero.. Hubo quien a esa temprana hora, ya se puso entre pecho y espalda bocadillo y birra..! Sí el pecado, no el pecador...

Otros, optamos por un sabroso y educado ágape, de nuevo a precio de risa...
De buena mañana, el que suscribe partió en busca de un puente romano que según las crónicas estaba por alli..


Debidamente asesorado por dos paisanos, logró encontrarlo..
La idea era que el grupo también pudiera verlo, después de desayunar..¡ Costó lo suyo arrancarlos de las mesas ..



Nos dirigimos hacia Jorquera, pueblo que también visitamos, aunque de manera más cómoda que en Alcalá..

La primera visita fueron las murallas almohades que en lo alto del pueblo, dominan otra hoz del Júcar..


Las vistas más bonitas  son las que se ven desde el otro lado del río..







No dio mucho más el pueblo. Es lo que pasa cuando se va de lo extraordinario a lo bueno...
El manduco no fue en Jorquera, sino en una pequeña aldea a unos 7 kms. Se trataba de La Recueja, donde teníamos mesa reservada..
¡ Literal, como podéis ver !



Algunos que seguramente tenían remordimientos de conciencia por tanto yantar y tan poco andar, decidieron seguir el curso del río durante un rato..

Otros, esperamos a la sombra la hora de la comida..y el espectáculo de las disciplinadas ocas del río..



El esfuerzo de los andarines, fue recompensado con unas hermosas vistas








, alguna cascada y por el hecho de haber hecho ganas de comer.



Y de nuevo,,buena comida, mala bebida...debidamente  sustituida por cervezas..




.buen precio... excelente tertulia y compañía hasta la triste hora de partir y volver a las tareas cotidianas..


 Ya queda menos  para la invernal...!


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