Aín y Veo |
¿El conocido pasatiempo infantil? ¿Un ingenioso juego de palabras? ¿No se me ocurría otro título?...¡ Pues no!. Como siempre, el título de la ruta tiene relación con aconteceres en la misma. En esta ocasión, se refiere a que disfrutamos de preciosas vistas sobre este pueblecito y su hermano mayor Alcudia de ídem. Pero…¿no íbamos a subir a Peña Pastor?. Yes very well, but… ( estoy practicando el inglés, ya sabéis) resulta que la susodicha ruta se nos apareció nada más llegar a Aín en la forma de enorme, empinada y tremebunda subida. Si a ello añadimos un terreno muy húmedo y las pocas ganas de sufrir, pues eso. Cambio de ruta y ¡ a disfrutar!. Y disfrute continuado fue el poder transitar casi toda la mañana por antiguos y bellos caminos empedrados. ¡ Y resbaladizos!. Que más de uno se pegó alguna culada. Llegados a Veo, opté por enfilar al personal por el borde del canal …¡Para que disfrutaran ¡ eh! y el que suscribe se marchó tan pancho por la carretera. Llegados al pueblo, nuevo reagrupamiento y almuerzo comunitario. Lo de comunitario viene por la bota circulante y los dulces y demás golosinas que el personal se está acostumbrando a traer.
El regreso por el mismo camino hasta Aín. Como todavía teníamos ganas, enfilamos el camino del barranco de la Caritat hacia arriba, aunque antes nos quedamos estupefactos con la aparición de unos zombis que, rellenos de alcohol, nos contemplaron como quien ve una aparición. Se trataba de unos chavales que habían escogido el corazón de la sierra para celebrar su particular botellón. Seguramente todavía no se habían acostado ¡ y eran las 12.30 p.m! . Barranco arriba disfrutamos de las obras de la cultura del agua de la zona: acequias, acueductos, balsas, molinos…¡ una gozada!. Sube que te sube, por fin llegamos al castillo y comprobamos que, efectivamente, se domina desde allí toda la zona. ¡ Pobres moriscos, cuando tuvieran que bajar por sal al pueblo!. Descansito, fotos y para abajo. Un pelín tarde, adioses, besos y abrazos y ¡ hasta la próxima!.
Como la zona iba de moriscos, pues aquí, un romance morisco:
ROMANCE DE ABENÁMAR
"¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida:
Moro que en tal signo nace
no debe decir mentira."
Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que decía:
"Yo te lo diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho,
mi madre me lo decía:
que mentira no dijese,
que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey,
que la verdad te diría."
"Yo te agradezco, Abenámar
aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos?
¡Altos son y relucían! "El Alhambra era, señor,
y la otra la Mezquita;
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas cobraba al día,
y el día que no los labra,
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía."
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
"Si tú quisieses, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y Sevilla."
"Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería."
Anónimo del siglo XV.
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