No, no creáis que Forna fue el lugar en que optamos por hacer un botellón , ni nada que se le parezca. Tomad el significado del subidón, en su más noble acepción, o sea subida fuerte y continuada.
La aparente contradicción del título, tiene su explicación. La ruta es de las que más desnivel ha tenido. Sucesivas e inclinadas laderas, nos fueron poniendo plomo en las piernas. Salida de Villalonga, subidón hasta el Mirador del Castell. Pasamos de la variante al castillo, que nos habría supuesto una acumulación horaria de 1h y 30m. Llegada a la variante de la Font del Grill.
“Suave bajada”, que se convirtió en un subidón, solamente afrontado en su totalidad, por la mitad de la cuadrilla. Llegada a la tercera variante, a Les Fontanelles. Pasando de ellas y descenso heavy hasta Forna.
Reparadas las fuerzas, el personal decide afrontar un nuevo subidón hasta el castillo, en la vertiente opuesta. Más plomo en las piernas. Visita optativa al recinto y bajada hacia Forna, con el ojo puesto en el subidón que nos esperaba. Las primeras rampas, de un 40% aproximadamente, nos hicieron temer lo peor. Pero, extrañamente, la subida se nos fue haciendo bastante llevadera. Hasta aquí el porqué de la primera parte del título. La razón de la segunda, es que pocas, muy pocas veces, hemos hecho una senda tan bonita. Tan frondosa, con tanto arbolado y tanta riqueza botánica. El comentario era unánime: un 10 cum laude a la ruta.
El regreso a Villalonga, fue una delicia. Disfrute de las vistas, la Marxuquera en primer plano, La Safor con todo su verdor y a lo lejos, el horizonte, punteado(porfi, no perdáis ninguna letra) de infinitas velas que marcaban un bonito contraste con los azules de cielo y mar ¡ Poético! . Llegada a los coches, y besos abrazos y hasta la próxima.
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