Circunstancias familiares, me llevaron este fin de semana al hermoso pueblo de Guadarrama. Las vistas alrededor, eran magníficas: al fondo la sierra de Guadarrama, el Alto del León, la Bola del Mundo. La Pedriza...Vamos,que todo me estaba diciendo ¿ qué esperas?...Hoy es sábado y por lo tanto. tiempo de senderismo.
Por supuesto que hay muchos itinerarios por la zona, pero uno de ellos es mítico para cualquier amante de la montaña:
La senda Schmid. Esta ruta de la sierra de Guadarrama (Madrid) fue señalizada por uno de los socios del Club Peñalara -Eduardo Schmid - en 1926 y desde entonces se ha usado para ir desde el Puerto de Navacerrada al de la Fuenfria. El trayecto discurre por el pinar de la umbría de Siete Picos.
Por supuesto, que no la recorrí entera- mi sentido de la prudencia me lo impide-. Pero no pude menos de acercarme y adentrarme un trecho ( menos de lo que hubiera querido) por los frondosos pinares, medio cubiertos por la nieve.
La sensación que te envuelve, no se puede describir. El silencio,el leve rumor del aire entre la fronda, recortadas en el aire las águilas, el aire fresco, más bien frío... ¡ Una maravilla!.
Animado por la presencia de un grupo de senderistas, me decidí a alargar el paseo y se agradeció. Fuimos elevando el camino y ganando en belleza y amplitud de paisaje.
A mi pesar, tuve que volver sobre mis pasos y regresar a "la civilización", representada por los coches, los domingueros de la nieve, el merchandising de una estación de esquí...
El regreso, evocador de lo pasado, se convirtió en un continuo volver la vista hacia la montaña que me seguía llamando con su silencio estruendoso...¡ Vuelve. vuelve...!
P.D. No puedo menos que recordar el impacto que la sierra tuvo en el gran poeta Antonio Machado:
Eres tú, Guadarrama, viejo amigo...
¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo,
la sierra gris y blanca,
la sierra de mis tardes madrileñas
que yo veía en el azul pintada?
Por tus barrancos hondos
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil soles vienen,
cabalgando conmigo, a tus entrañas.
Al maestro Giner de los Ríos
Como se fue el maestro,
la luz de esta mañana
me dijo: Van tres días
que mi hermano Francisco no trabaja.
¿Murió?...Sólo sabemos
que se nos fue por una senda clara,
diciéndonos: Hacedme
un duelo de labores y esperanzas.
Sed buenos y no más, sed lo que he sido
entre vosotros: alma.
Vivid, la vida sigue,
los muertos mueren y las sombras pasan;
lleva quien deja y vive el que ha vivido.
¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!
Y hacia otra luz más pura
partió el hermano de la luz del alba,
del sol de los talleres,
el viejo alegre de la vida santa.
...¡Oh, sí, llevad, amigos,
su cuerpo a la montaña,
a los azules montes
del ancho Guadarrama!
Allí hay barrancos hondos
de pinos verdes donde el viento canta.
Su corazón repose
bajo una encina casta,
en tierra de tomillos, donde juegan
mariposas doradas...
Allí el maestro un día
soñaba un nuevo florecer de España.