Llutxent:todas las fotos |
Emulando a los antiguos peregrinos y a los pobres de solemnidad, continuamos nuestro camino de los monasterios. En esta ocasión, hicimos el tramo desde Llutxent a Pinet. Lo propio hubiera sido hacerlo al contrario, pero… la logística automovilística manda y no tuvimos más remedio que hacerlo así. El comienzo de la ruta es espectacular. Una pronunciada y empedrada cuesta no va acercando al monasterio del Corpus Christi famoso por la leyenda de los Corporales. A un lado y otro, los casalicios de los devotos que sufragaron su construcción. Pusimos cara de penitentes contrictos y sube que te sube. Una vez arriba, el cenobio se nos mostró en todo su esplendor. Muy bien conservado, ofrece una maravilla botánica: un algarrobo más que tricentenario realmente grandioso. Desde el monasterio, ya divisamos el castillo de Xío que decidimos visitar a la vuelta.
Una sorpresa agradable, fue comprobar que, la ruta se había marcado por el monte, lo que añadió su punto al trayecto. Nos enfilamos hacia la sierra, y pronto nos vimos envueltos por el blanco sudario de la niebla. Los pinos se volvieron fantasmas de formas imprecisas. Los pájaros enmudecieron y el silencio nos sobrecogió un tanto. Afortunadamente, el sol estaba de nuestro lado y de cuando en cuando lanzaba una ojeada. En una de ellas, divisamos a nuestros pies Pinet. Calibramos la bajada ( que luego sería subida), observamos el cielo amenazador y decidimos pasar de llegar a él. Almorzamos bajo la lluvia y emprendimos el regreso.
Aprisa, aprisa, hicimos la hora y media de trayecto hasta que, ¡ por fín! la lluvia hizo acto de presencia y corrimos hasta el buen refugio que encontramos: una casa con un enorme cobertizo. Desde allí la dejamos caer hasta que, restablecida la calma, volvimos por camino más cómodo hasta el convento. Dada la hora, renunciamos a la visita del castillo y tras una corta visita urbana al pueblo, ¡ al coche!. Una agradable siesta de los pasajeros..¡ que no del conductor! nos dejó en L’ Eliana. Ruta mojadita pero muy agradable. ¡ Hasta otra!