Trieste ha sido una sorpresa mayúscula...pensando en visitar una más de las urbes italianas, nos hemos encontrado con una ciudad acogedora, grandiosa, monumental, limpia, rica, segura...me faltan adjetivos...
Para conocerla bien, os recomiendo iniciar su visita desde arriba hacia abajo...¿ ?..Los romanos que sabían un rato de civitas, se construyeron en la colina de San Giusto, que es la que domina la ciudad su foro, templos y demás. Cuando se sintieron seguros, descendieron la pendiente y ya más tranquilos, aquí pongo un arco..el de Fernando..allí pongo un teatro...más allá las villas...un muelle para las trirremes...Ni que decir tiene que, la subida a la colina es realmente fuerte, sólo apta para espíritus avezados a esas lides...
La Historia de la colina no acaba con los romanos. Como no podía ser menos, los que vinieron después...cristianos, constructores medievales..se dedicaron al muy noble arte del reciclaje y...¿para qué preocuparme por una portalada para la iglesia?...pues pongo estos monumentos funerarios que me vienen al pelo...¿me hace falta decorar la torre?...pues estos bajorrelieves van que ni pintados...
Y así se fue conformando un espacio monumental precioso, con vistas idem. Pero no penséis que ahí finiquitaron las transformaciones...faltaba por poner un castillo...inmenso ...y un monumento a los "cadutti per la Patria", de claro estilo mussoliniano.
Recorrida la parte alta, nos bajamos al llano...previa paradas en las "gelaterias"...¡¡¡sabrosísimos los helados !!! y entramos de lleno en la Trieste borbónica. La cinematográfica escenografia de la ciudad, se debe al interés que la emperatriz, Elisabetha...Sisssi para los amigos...tuvo por este lugar.
Se dedicó a reproducir la ciudad de Viena, allí junto al mar..Impresionantes edificios, apabullantes llegan a a ser, adornan calles y más calles...Aquí un palacio, allí el grandioso edificio de la Bolsa..del Ayuntamiento ni os hablo, os basten las fotos...fuentes monumentales..
.Llama la atención la gran cantidad de colosales edificios, sedes de las sociedades de seguro, sobre todo dos: La Lloyd Adriática y l' Assegurazione Generali...dan idea de la riqueza que significaba para la ciudad el comercio marítimo, al ser Trieste puerto franco.
Por fin llegamos a lo más destacado de la ciudad, la Plaza de la Unitá...Imaginaos un enorme espacio rectangular, rodeado por tres de sus lados por palacios a cual más llamativo por lo grandioso.El cuarto lado está abierto a la inmensidad del mar..¡ espectacular!...Allí disfrutamos de una fiesta cívica, el 150 aniversario de la Polizia del Stato, que concluyó con "presenti per tutti"...un frasco de foie para los caballeros y una pulsera para las damas...
En contraste a la arquitectura decimonónica, encontramos las callejas del antiguo guetto judio, estrechas, cerradas al tráfico, escondidas como si todavía recordaran las persecuciones de las que fueron objeto.
Como en Viena, tienen una gran importancia los antiguos cafés, con sus espejos, sus camareros con faldones, las riquísimas pastas de té..Hay una ruta que va de uno a otro...la seguimos pero la verdad es que preferimos sucumbir a la dulzura de los helados...
Otra sorpresa de Trieste es lo que ahora se llama multiculturalidad religiosa. Te encuentras todo tipo de templos religiosos. Sorprendentes la sinagoga...de las más grandes de Europa...el templo ortodoxo serbio, con sus cúpulas azules y sus mosaicos...la iglesia luterana, de factura neogótica...iglesias católicas...ni os cuento...pequeñas capillas evangélicas...lo que no vimos es ninguna mezquita...¡ extraño!.
Finalizado el recorrido de arriba a abajo, nos dedicamos a una visita para la que tuvimos que volver arriba, pero no a la colina de San Giusto, sino mucho más arriba. Tomamos un antiguo tranvía que salva en poco tiempo un desnivel tremendo entre Trieste y el pequeño pueblecito de Opicina. Se trata de una zona residencial, en lo alto de la montaña con vistas preciosas sobre la costa adriática.
La sorpresa...¡ otra! fue que, sin tenerlo previsto, nos salió una jornada senderista..¡ como no!. Resulta que vimos las conocidas señas de Gr y se nos ocurrió seguirlas. Nos fueron llevando entre casas residenciales hasta un precioso bosque. Allí encontramos el inicio de la Ruta Napoleónica. Es un recorrido de unos 12 kms ida/ vuelta que une el Obelisco con el pueblo de Prosecco. ¡ Es una maravilla. Va por un bosque de robles muy espeso y con continuas vistas sobre la ciudad, la costa y el famoso castillo de Miramare...residencia veraniega del Archiduque Maximiliano, el que fusilaron en Méjico..
Esta ruta se llama así porque la abrieron los soldados de Napoleón cuando invadieron la zona en una de sus guerras. Cuando llegamos a Prosecco, nos dimos cuenta de lo avanzado de la hora asi que, decidimos convertir la jornada en una de picnic. Dicho y hecho...unos bocatas, frutas, algún dulce...y como no, una pequeña siesta mirando el mar...
Como la frontera eslovena, estaba tan cerca, pensábamos ir a visitar algún pueblo interesante de la zona, sin embargo la carestía de transporte público adecuado nos lo impidió..¡ otra vez será!.
No pudimos resistirnos a dar una última vuelta a la ciudad, despidiéndonos de todo aquello que nos ha enriquecido tanto en este viaje. Terminamos junto al mar, viéndose poner el sol sobre el horizonte adriático...
Cumplido el viaje, volvimos a casa..un viaje tranquilo...si se exceptúan las 7 horas de retraso con las que nos obsequió Ryanair, con viaje al aeropuerto de Venecia en autobús incluido.
Debo de reconocer que se nos quedaron en el tintero algunas visitas que....espero que se completen la próxima vez....
A saber:
El castillo de Miramar....sólo lo vimos de lejos y desde arriba del monte
Castillo de Duino....apenas entrevisto desde el autobús que nos llevaba al aeropuerto
Risiera de San Saba....hubiera sido una emotiva visita a este recuerdo de ,los campos de exterminio nazis
Y sobre todo......Eslovenia