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POR FALTA DE ESPACIO, SE HAN SUPRIMIDO MUCHAS FOTOS DE LAS CRÓNICAS , AUNQUE PERMANECEN LOS TEXTOS.

domingo, mayo 09, 2010

Ni desierto, ni palmas

desiertopalmas

Lawrence de Arabia decía ( y si no, debió de haberlo dicho), que le gustaban los desiertos porque allí no había nada, excepto palmeras. Tengo que decir que a mi, el Desierto de las Palmas, me gusta porque tiene de todo, aunque sin palmeras.

Y es que el paraje natural que nos dedicamos a recorrer este sábado, tal como indica el título de la crónica, ni es desierto, ni tiene palmas. Lo de desierto le viene porque fue el lugar escogido por los carmelitas, para retirarse a sus ermitorios, o "antros" donde meditaban en silencio y tranquilidad. ¿Y lo de las palmas?...pues por
la abundancia del palmito. Explicado el asunto, vayamos a la crónica.
Dia magnífico.Después de las lluvias de la víspera, el campo estaba lavadito, reluciente, fresco...¡ una gozada!. Sin ruta definida, para hacer boca, o mejor dicho, piernas, emprendimos la subida al Bartolo, empezando a disfrutar de las vistas del entorno, sobre todo el mar. Llegados a la cumbre, sólo algun@s decidieron darse un bañito de ondas electromagnéticas a cargo de las numerosas antenas del lugar. Debidamente reconfortados por las radicaciones, nos dirigimos a la Porteria Vella, antigua puerta de entrada a la zona del convento nuevo. Sorprendía la abundancia de flores, todo estaba en flor: romeros, albaidas, azulitas, amarillas, violetas, lilas...( se nota que no domino la botánica, nombro a las flores por su color, sorry).

En el atrio de la ermita del Carmen, almorzamos con vistas al mar, aunque lamentamos la ausencia de la bota, despistada en la preparación del viaje. A falta de pan, buenas son tortas, así que agüita para almorzar.


La siguiente etapa fue el castillo de Montornés, atalaya donde las haya...¡ olé el juego de palabras!. Accedimos a él, por una empinada cuesta que algunos perdonaron ( mejor en singular..uno perdonó). La etapa final fue bajar a visitar el convento antiguo, nobles ruinas que estaban ¡ valladas! y que nos impidieron la aproximación. De todas maneras, gracias a la verja, tampoco entran en el reciento los vándalos grafiteros.

Reconfortdos los espíritus con tanta historia, decidimos reconfortar también el cuerpo, con unas cervecitas frescas, acompañadas de unas picaditas. Apuntar en agenda...."terminar antes la rutas para volver a la sana costumbre de finalizarlas con el consiguiente bebercio".
Corto y cierro.

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