La primera fue Yorkshire, cuya capital York, jugó un papel determinante en la historia inglesa.
A destacar The Minster, la catedral gótica ,
la célebre calle de los carniceros, the Shambles, con antiguas casa de madera que con el paso de los siglos se han ladeado al punto de que parece que vayan a derrumbarse. Toda la ciudad antigua, está rodeada de murallas que pueden recorrerse por la parte superior.
Sin embargo, lo que realmente me impresionó de esta ciudad, no fue la catedral, ni las casas antiguas, ni las murallas. Todo eso se puede contemplar en otras ciudades. Pero...el Museo Nacional del Ferrocarril, fue otra cosa.
Poder ver a dos pasos las primeras locomotoras que ya tenían allá por el siglo XVIII, mientras aquí en España estábamos con los burros y las carretas .
Poder contemplar un vagón del mítico Orient Exprés, los trenes reales con sus lujosos salones, el minitrenecillo que unía`por vía subterránea las diferentes oficinas postales de Londres...la distinción social de las clases...hasta cuatro categorías en el mismo tren, desde la opulenta First Class, hasta la miseria sobre ruedas que suponía la Four Class...
La siguiente zona a visitar fue Northumberland, con dos centros diferentes:
El inicio del Muro de Adriano que no pude ver en mi viaje anterior y la monumental Newcastle upon Tyne.
Fue una delicia acercarme al fuerte romano de Arbeia, uno de los muchos que custodiaban las 174 millas que tenía la muralla.
La reconstrucción ha sido exquisita, no sólo la de una de las puertas, sino también las instalaciones de las que "disfrutaban" los soldados romanos: graneros, letrinas, termas, dormitorios....
¡ Qué decir de Newcastle!, la ciudad de los puentes. Unos fijos, otros móviles para que pasen los barcos, los hay que se levantan...
¡¡¡ Englan, ya me quedan menos cosas por conocer!!!
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