Peregrinatio et aquaeductus

Montaña altiva,
vigía  de horizontes,
visión furtiva,
entre los montes...

Y es que hasta que no llegas a Chelva, no distingues su majestuosa mole de 1053 metros..
Pero sí, cuando llegas a sus pies, alzas la mirada y captas el desafío que te ofrece..¿qué..subes?
Y claro que subimos...paso a paso, chino...chano, enfilamos el antiguo camino de los peregrinos en la fiesta grande, cuando todo el pueblo, sube hasta el santuario..

Nuestro propósito, no era pío...lo confieso...era ganar altura, llegar, almorzar y disfrutar de sus preciosas vistas...

El plan se fue cumpliendo, buena vista, buen banco para sentarse y.....¡ Oh, no!...ni una triste papelera donde ejercitar el muy noble arte de la limpieza y el no dejar atrás ningún detritus...
El compi hizo el amago de dejar la bolsita en una mesa del merendero pero... ¡ no habíamos contado con el feroz cancerbero que no nos quitaba ojo de encima desde que habíamos llegado..
Había calado que no haríamos gasto en el chiringuito...Su grito ...¡ Es eso suyoooooooo!...y el compi no tuvo más remedio que llevárselo de nuevo..¡ Ni una papelera en todo el recinto campestre!

Repuestos del susto, fuimos descendiendo y como la hora era temprana, decidimos prolongarla llegándonos a los restos del acueducto romano.

No era el de Peña Cortada clásico, sino el que todavía podía apreciarse en la rambla y que...atacado por las riadas...solo conservaba un par de arcos, eso sí, majestuosos allí en medio del campo.

Las consabidas fotos de rigor y vuelta al coche...antes, sin embargo, hicimos la obra buena del día.
Un par de parejas, vestiditas ellas como si fueran al Corte Inglés, vinieron a nuestro encuentro...¿ falta mucho para el acueducto?...les habían informado que uno o dos kilómetros...
Cuando les dijimos que serían unos cuantos más..¡ pasmo!...les aconsejamos que uno de los hombres volviera hasta su coche y que se acercaran motorizados hasta el acueducto..
¡ Todavía nos lo estarán agradeciendo, seguro!
Buena mañana, mejor ruta...