En la mitologia romana , Vulcano era el dios del fuego y los volcanes, forjador del hierro y creador de arte, armas y armaduras para dioses y héroes. Aunque las crónicas dicen que tenía su morada bajo el volcán Etna, pienso que por Lanzarote era por donde dejaba escapar su furia. Es una tierra horadada por docenas de cráteres, bocas de volcán en su día.
Algunos, como los de Timanfaya, apenas hace 250 años...una nadería en tiempos geológicos..."El día 1 de septiembre de 1730, entre las nueve y las diez de la noche, la tierra se abrió en Timanfaya, a dos leguas de Yaiza... y una enorme montaña se levantó del seno de la tierra", según el testimonio del párroco Lorenzo Curbelo. La isla se transformó por completo. Nueve pueblos quedaron enterrados (Tingafa, Montaña Blanca, Maretas, Santa Catalina, Jaretas, San Juan, Peña de Plomos, Testeina y Rodeos) y durante seis años la lava se extendió por la zona sur cubriendo un cuarto de la isla y llenando las vegas cercanas de cenizas volcánicas. En 1824 de nuevo comienzan la erupciones en Timanfaya. Se produjeron terribles hambrunas y buena parte de la población se vio obligada a emigrar. Pues bien, en este reino de la piedra, he pasado 5 días maravillosos.
Para un amante de la Naturaleza, ver estos paisajes pétreos, esos cráteres, la desolación de la piedra hecha poesía..ha significado un encontrarse con lo natural en estado puro.. incluso lo tocado por el hombre, ha respetado casi siempre el entorno dando lugar a un paraiso difícil de olvidar....
Comencé la visita por el barrio más popular de Arrecife: el Charco de San Ginés. Otrora una laguna muy degradada, se ha convertido en un agradable lago donde aparte de fondear las barcas de los pescadores, el personal se dedica al remo y otros deportes naúticos.
Muy cerca de allí, pude contemplar unpo de los dos castillos que defendían la costa del ataque de los invasores: el de San Gabriel. Del más puro estilo caribeño, cosa que iría contemplando a lo largo de la isla, mantiene un paso estrecho, muy fotografiado: el puente de las Bolas.El otro castillo, el de Sann José lo han convertido en un museo de arte moderno...¡ paaaasoooooo!.
Impaciente, al día siguiente, después de alquilar un coche, me dirigí al sur, la zona volcánica, el Parque Nacional de Timanfaya. ¿ Cómo describir la sensación que da, el contemplar allí, ante tí, la desolación más bella que pueda disfrutarse?. ¡ Nada, absolutamente nada, excepto lava, tierra volcánica totalmente negra, pendientes imposibles en los cráteres !.
Las diferentes erupciones, han dejado los valles cubiertos de lo que aquí llaman "malpaís", campos sembrados de piedras volcánicas, aceradas como cuchillas, imposibles de caminar, del tamaño de un puño o del de una casa de dos pisos...
Cedí ante la tentación del guiri y me acerqué a ver el "Echadero de camellos", negociete que consiste en subir de dos en dos a los turistas, a lomos de un camello y darles un breve paseo...Tengo que confesar que no subí...¡ lo prometo!.
Prefería dirigirme a la entrada del Parque y allí, previo pago del tiquet correspondiente, me interné hasta el único lugar donde puedes dejar el coche. Han puesto a disposición del personal unas guaguas ( autobuses) que son los que te permiten recorrer la zona de la Montañas de Fuego, completamente prohibidas si no es así.
Aparte del lógico miedo a las alturas...a veces los autobuses van por el mismo borde de los cráteres...pude disfrutar de un espectáculo único. ¡ No hay palabras!.
Formas y colores diferentes en mil y una rocas...bocas que te hacen retroceder ante su profundidad
Bajo la aparente tranquilidad del paisaje, las temperaturas volcánicas, permiten hacer arder matojos de leña por simple contacto
..mares de tranquilidad en forma de arenas erosionadas...la batalla de los musgos por conquistar este reino de la piedra...y como ruido de fondo, la narración teatralizada de lo que supuso la erupción del s. XVIII...
Como me había provisto de picnic, me dirigí a otro escenario de película: el acantilado de Famara.
Imaginaos un murallón de casi 800 m totalmente verticales sobre tu cabeza, acompañados de una preciosa ensenada con un mar embravecido... eso es Famara. Arrullado por el oleaje, contemplaba las docenas de surfistas que aprovechan el constante viento de la zona.
Tinajo., Yaiza...El Golfo...cada una de ellas, una visión diferente de los mismo...Me dirigía los Hervideros. De nuevo allí, la naturaleza en todo su poderío.
Los ríos de lava, al llegar al mar, se enfriaron bruscamente, formando galerías y tubos que el mar utiliza como bufaderos para salir proyectado con fuerza hacia arriba. El ruido es horrísono, atemoriza el ánimo y te hace retirarte ante la fuerza del océano.
Os decía antes que , incluso la obra del hombre, está cercana a la Naturaleza. Esto lo observé en la zona denominada la Geria.
Aquí, los campesinos, han construido unos semirrendondeles con piedras, para proteger del viento a sus cultivos. Los llenan de tierra volcánica, rica en nutrientes y consiguen un vino exquisito: el malvasía, muy apreciado internacionalmente.
Al día siguiente, me dirigí al norte, obra del hombre, cercana a la Naturaleza....obra de César Manrique. Los Jameos del Agua es la denominada Casa de los Volcanes...su obra máxima.
El jameo se forma al precipitarse el techo del túnel, lo que suele suceder cuando éste sobrepasa los 20 metros de anchura, o bien, cuando los gases acumulados producen una explosión.Los jameos delatan la presencia de los tubos volcánicos y a través de varios de ellos se puede observar el recorrido .
Los Jameos del Agua fueron la máxima atracción arquitectónica diseñada por César Manrique en 1968.Subiendo por una escalera serpenteada a la próxima burbuja volcánica, el Jameo Grande, de 100 metros de largo y 30 de ancho, se llega a un jardín encantador con una amplia piscina.
En el último jameo, se ha construído una sala de conciertos. Lo curioso es que desde fuera, apenas puede verse el monumental edificio, tan integrado está en el paisaje.
Prefería no visitar dos destinos preferidos de los turistas: El Jardín de los Cactus y la Cueva de los Verdes. No me decían nada, preferí llegar al extremo norte de la isla, al puerto de pescadores de Orzola, de donde salen los barquitos en dirección a la isla de la Graciosa.
Me decidí hacer un tramo de senderismo...¡ vano intento!. El dichoso malpaís no me dejaba dar un paso con tranquilidad. Para hacer apenas un km, tardé casí una hora. Aunque el resultado valió la pena: la playa de Fariones ¡ para mí sólo!.
Ya puestos, me llegué al Mirador del Río. Allí de nuevo, la obra de César Manrique. Un extraordinario miradore, difuminado en el paisaje, permite la visión allá a lo lejos de la Graciosa..eso sí, previo pago de 4 €.
Ignorando la tentación, me desplacé unos cientos de metros de la zona y puede contemplar el mismo espectáculo...¡ completamente gratis!.
De regreso a Arrcife, atravesé el hermoso valle de Aria. Talmente es un oasis en medio de la isla: verdor incomparable, palmeras al viento, casas que parecen aduares beduinos...¡ una gozada!.
El tercer día lo dediqueé a "los flecos", las escasas cosas que me quedaban por visitar en la isla. El Puerto del Carmen, zona turísitica donde las haya, pero con una arquitectura que no destroza el paisaje.
La Costa Teguisse, ya un poco monstruosa en la que lo único destacable que observé, fueron varias decenas de monolitos, construidos con las rocas volcánicas de la zona..
Ignoro la razón de por qué están alli. Mención aparte merece la visita al pueblo de Teguisse.
Fue la capital de la isla hasta 1900 + o -. Lo parece, pues conserva los mejores edificios de la época: iglesia, palacios, casas señoriales..incluso el único castillo tal cual de la isla, el de Santa Bárbara, encaramado en un monte cercano y que avisaba de los ataques de los piratas.
Pasear por sus calles es como hacerlo por la Habana o cualquier otra ciudad caribeña.
Despedida y cierre de tal hermosa visita han sido las palmeras que, frente a mi habitación, iban difuminándose en el ocaso...¡ poesía pura!...¿ Se nota que me ha gustado Lanzarote?.
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