Me está saliendo algo poética la crónica, pero es disculpable. Estar en la Mariola y buscar el nacimiento de un río, no es cosa de todos los días.
La ruta, en principio, excelentemente marcada, nos condujo por las cercanías de Banyeres, hasta el Molí de l' Ombria, estupenda área recreativa en la que ya empezamos a disfrutar de la compañia rumorosa del Vinalopó.
Una tupida senda nos llevó entre pinos hasta una nueva fuente. Esta fue la constante del día. Abundantes fuentes a lo largo del todo el trayecto.
El coincidir varios Prs en la zona, hizo que tuviéramos algún despiste que nos hizo perder bastante tiempo. Las oportunas orientaciones de un lugareño, nos encaminaron al Mas de L'Ull de Canals, donde, siguiendo ya una costubre no escrita, las féminas de endilgaron sendos cafés que a pesar de no ir acompañados del herbero típico de la zona, desató sus lenguas y empezaron a cantar, la verdad, muy entonadas, la célebre canción que da título a la crónica:
Serra de Mariola,
Serra de Mariola,
Tota floretes.
Tota floretes, sí,
Tota floretes, no,
Tota floretes.
On van les socarrades,
On van les socarrades
A fer botgetes.
A fer botgetes, sí,
A fer botgetes, no,
A fer botgetes.
Era de ver el entusiasmo provocado, que hizo que incluso el que suscribe, se uniera al entonado coro, que dejó de ser armonioso en ese momento.
El trayecto pasaba por varias fábrica textiles, que nos hablaban del pasado industrial de la zona.
El Vinalopó, se fue haciendo cada vez más limpio y transparente a medida que nos acercábamos a su nacimiento
La Coveta del Aigua, preciosa surgencia en la pudimos disfrutar de un caudal límpido y cristalino. Dada la hora, decidimos atajar y enfilamos una pesada cuesta, que en unos 45 minutos, nos acercó al coche.
Lá última visión del valle, con la Peña Blasca al fondo se acompañó con el rumor en nuestros oídos de la letra protagonista del día: Tota floretes.Tota floretes, sí,Tota floretes, no, Tota floretes.