La ruta era por la Vilavella, bello pueblo que tenía de todo: un balneario, una bonita iglesia, vetusto castillo...y un impresionante bar en el que tomar un café hasta que hubieran puesto las calles, dada la oscuridad reinante ..
Por tener, tiene hasta el inicio de un GR, que empieza con una muy, muy fuerte subida.En realidad la ruta son 5 kms de ininterrumpida subida que se convertirian en otros tantos de bajada al regreso. No olvidéis que estábamos en el Espadán, con lo que las vistas, la vegetación y los olores de montaña, estaban asegurados.
Como os decía, sube que te sube pasando por dos fuentes...lástima, sin agua,hasta llegar al lugar del almuerzo.
No estaba determinado, así que fue el sol el que marcó el punto de inflexión en nuestro paseo, al pie del pico Font de Cabres. Muchos ciclistas, algunos corredores ( de los que te deprimen, pues corren lo que a ti te cuesta hacer andando), familias con niños, abueletes con gayato...¡ una romería!.
Ya de vuelta, encontramos a unos senderistas un tanto despistados: falta de agua, no muy claro el camino...les orientamos y suponemos que llegarían a buen puerto.
Nos habíamos propuesto visitar el castillo y la verdad, es que la subida fue muy fácil. Llegados arriba, contemplamos los restos: torreones, lienzos de muralla y algún aljibe.
Movidos por nuestra curiosidad, decidimos bajar " a las bravas" por un escabroso sendero en que alguno casi se deja los piños en el descenso y algún otro...por caída.
Afortunadamente, llegamos incólumes a la ermita del pueblo .
Nos sirvió de parada y fonda para llegar, tranquilamente y sin sobresaltos a la plaza donde dimos cuenta...¡¡¡¡ bendita costumbre!!!! de las consabidas cervecitas...
Una buena mañana, una buena ruta...¡ hasta la próxima!.
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